Siempre al sur.
Siempre ha sido al sur para ti.
Y porque siempre ha sido el sur
lo has amado:
tú le entregaste flores cada repetida primavera
para que adornara las latas de su casa,
le escribiste tus mejores cartas y poemas
donde nada le decías
o apenas le decías que el amor en el sur
es una cueva y un tiznado cisne
y el rincón donde vigila una luna
de palo
y alambre.
Al sur puedes golpearlo también.
Perderlo, si quieres, en un taxi perdido a medianoche.
Encenderlo con las luces y pétalos
de las últimas calles
y apagarlo después.
Dormirlo.
Trizarlo de piedras y de voces.
Ocultarlo como a una joroba
o a una enfermedad.
Pero nunca olvides
que todos los trenes que corren
atropellando la noche con sus silbidos
o los ríos que merodean buscándote
vienen desde el sur.
Y son del sur las botas decepcionadas de tus leguas,
tus palabras que tuercen a la hora justa
las conversaciones,los olores más secretos,
o fidelidad,los hilos vivos con los que cosses
tu ropa.
Tu puerta abre el sur.
Tu cama duerme para el sur.
Los labios que vuelan fríos y partidos
te besan desde el sur.
Y más adelante
si en un jirón de carne o en un hotel al fin
o en una lengua postrera
descubres que en el no existe
secreto alguno,
no te entristezcas:
sólo abre la ventana y escribe en la noche estrellada
que el sur fue tu empeño
y tu orgullo
y tu amor
y que estar en el sur fue suficiente.
.-Carlos López Degregori-.
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